Si bien el sector de la construcción ha tardado en adoptar innovaciones tecnológicas y de procesos, también existe un desafío continuo cuando se trata de arreglar lo básico.
La planificación de proyectos, por
ejemplo, no está coordinada entre la oficina central y el campo y, a menudo, se
realiza en papel.
Los contratos no incluyen incentivos
para compartir riesgos y fomentar la innovación.
La gestión del desempeño es
inadecuada y las prácticas de la cadena de suministro aún no son
sofisticadas.
La industria aún
no ha adoptado las nuevas tecnologías digitales que necesitan una inversión
inicial importante, incluso si los beneficios a largo plazo son significativos.
El gasto en I+D en la construcción va
muy por detrás del de las otras industrias: menos del 1 por ciento de los
ingresos, frente al 3,5 a 4,5 % de los sectores automotriz y
aeroespacial.
Esto también es cierto para el gasto verificado
en tecnología de la información.
McKinsey & Company (2020)
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